Por: Ana Correa
En el reporte del World Economic Forum sobre la disparidad de género del 2017, los aspectos a nivel mundial, y en Ecuador, donde aún persiste una importante brecha, son los sectores de acceso a la política y el mercado laboral. Definitivamente, para lograr la participación de la mujer a estos espacios, en la medida que se requiere, es fundamental un cambio de visión que considere las condiciones propias de la maternidad y la vida familiar. Así como debe existir la visión de género al establecer políticas públicas para favorecer el enrolamiento de más mujeres en posiciones de liderazgo político y empresarial, debe existir enfoque de género en las herramientas que empleamos para promover el desarrollo económico de más mujeres, por eso hablamos de emprendimiento femenino.
LA BRECHA DE GÉNERO
De acuerdo al reporte del World Economic Forum sobre la disparidad de género del 2017, 11 años de mediciones han ayudado a entender como la falta de progreso en el tema de equidad está afectando el crecimiento económico global.
El Ecuador se ubica en la posición número 42 de un total de 144 países evaluados por este índice, con 0.724 (el país con mejor desempeño es Islandia con 0.878). El índice se mide sobre cuatro pilares: Salud y esperanza de vida, Educación en todos los niveles, Participación económica y oportunidades, y Habilitación política. El desempeño del país es destacado en salud y en educación donde la brecha se ha cerrado en más del 98%, de hecho hay más mujeres que hombres alcanzando educación terciaria, tendencia que se mantiene en la evaluación del índice de los 144 países, no obstante, no existe paridad ni en el mercado laboral ni en la política donde la brecha es aún del 40% y 70% respectivamente (World Economic Forum, 2017). Esto significa que la sociedad no está convirtiendo de manera apropiada la inversión hecha en las mujeres en salud y educación, pierde competitividad al desperdiciar su talento.
¿Qué causa que la mujer a pesar de su preparación, no esté alcanzando puestos de liderazgo y dirección?
Las principales barreras son: sesgo inconsciente de los gerentes, falta de referentes femeninos, escasez de talento calificado, falta de apropiado balance entre la vida profesional y privada, aspiraciones y confianza de la mujer. (Stefanova Ratcheva, 2016).
El ser humano aunque entiende los beneficios de contar con un ambiente de trabajo igualitario, al momento de tomar decisiones y juzgar el desempeño de sus pares mujeres, reacciona instintivamente y toma decisiones sesgadas. (Nielsen, 2016). La autora argumenta esta afirmación fundamentándolo en el campo de la antropología y la neurociencia, que escapan al alcance de este artículo.
Hay tres posibles explicaciones para el escaso número de mujeres en los niveles altos de las organizaciones: 1. No están capacitadas para el puesto, 2. No tienen el deseo de ocupar cargos altos, 3. Existen problemas de tipo estructural que lo impiden. (Rice, 2011).
El modelo de liderazgo dominante en la sociedad y en las organizaciones es masculino. El modelo masculino no es otro que el liderazgo ejercido por hombres (o por mujeres que actúan como hombres para pertenecer al grupo). El ser humano se identifica con sus pares y actúa en función de su grupo por la necesidad de pertenecer, por eso existe el sesgo natural de los directivos que toman decisiones tal y como menciona Nielsen. Para alternar el patrón que no permite cerrar la brecha de género, deberán surgir iniciativas disruptivas donde la mujer lidere y tome decisiones, congregue y actúe en función de su grupo y cree las alternativas de desarrollo profesional que necesita convirtiéndose en modelo y mentora.
¿Por qué es importante que la mujer logre paridad en el aspecto económico y político?
El mismo reporte del WEF afirma que del análisis de estos 10 años (2006 – 2015) existe una correlación directa entre el mejoramiento de las condiciones de equidad de género y el desempeño económico de los países. Dado que la mujer representa la mitad de la población, la competitividad de una sociedad depende en gran medida de la manera como educa y utiliza la fuerza laboral de las mujeres. (World Economic Forum, 2015).
Cerrar la brecha de género no solo para empoderar a la mujer y lograr una sociedad igualitaria sino también porque es un buen negocio para el mundo.
EL EMPRENDIMIENTO COMO ALTERNATIVA
En un amplio sentido, la mujer es menos propensa a vincularse con un emprendimiento, pero cuando lo hace, tiende a emprender sin necesidad (refiriéndose a la mujer de sectores con nivel de ingresos medio y medio alto). En economías con bajo ingreso per cápita, las mujeres buscan alternativas para complementar el ingreso familiar a través del emprendimiento. El reto es lograr la sostenibilidad y escalabilidad de estos emprendimientos para que el impacto en la generación de empleo y por ende en el crecimiento económico sea duraderos. (Kelley, Singer, & Herrington, 2015).
En Ecuador, existen condiciones favorables para el emprendimiento; se destacan la infraestructura física, la educación en emprendimiento disponible en etapas posteriores a la escolaridad normal, la cultura, las normas, la infraestructura comercial y legal y las políticas de gobierno. Existe un desempeño inferior en cuanto al acceso a financiamiento, el tamaño y calidad de los mercados internos, los impuestos, la tramitología, y la transferencia de tecnología. («GEM Global Entrepreneurship Monitor», 2016).
Muchos economistas afirman que existe un ambiente propicio para el emprendimiento femenino, que lo que es bueno para las mujeres es bueno para la economía y que el “destape” de sus potencialidades reavivará el crecimiento económico mundial. (Stengel, 2016).
El emprendimiento permite empoderar a la mujer para que organice su vida en torno a sus prioridades familiares y sus potencialidades. Para que el emprendimiento sea una actividad que aporte al mejoramiento de la calidad de vida de las familias y sea sostenible debe apoyarse en la colaboración y en la solidaridad usando la asociación como una estrategia para favorecer a los encadenamientos productivos, generando mayor valor agregado, abaratamiento de los costos, reducción de los canales y los márgenes de intermediación, mejorando la competitividad. (Jácome et al., 2016).
Hace falta crear la fuente de financiamiento enfocada en el emprendimiento femenino para cerrar la brecha que existe en el otorgamiento de crédito productivo, capital semilla y de riesgo, como una alternativa de desarrollo para las mujeres y sus familias. Para tener una idea de la magnitud del desequilibrio, en Estados Unidos tan solo el 7% del capital de riesgo se entrega a mujeres, (Thakkar, 2016); En Ecuador, del total de colocaciones del sector financiero de la Economía Popular y Solidaria el 42% es para mujeres y el 51% del total de créditos entregados tiene como destino financiero actividades no productivas. (Torresano, 2016).
Ya no se discute, es un hecho, que el desarrollo de las economías debe hacerse incluyendo a las mujeres y para lograrlo hay que brindar igualdad de oportunidades. Para nosotras, en la Red de Mujeres Líderes, los seres humanos tienen el derecho de elegir qué tipo de vida vivir, en todo aspecto: familiar, profesional y económico, y deberían alcanzar esa plenitud independientemente de su condición. Como mujeres y madres, nos proponemos alcanzar este objetivo, además de ser un derecho, nos motiva la idea de ser ejemplo para los hijos que nos miran, viviendo la vida que queremos, sin buscar excusas, creando oportunidades.